Desde siempre me encantaron las muñecas. De pequeña tenía muchas, de todos los tipos y colores, pero mi muñeca favorita y especial era de tela. Era suave y blandita, dormía conmigo y me acompañaba a todas partes. Cuando me iba de viaje o a casa de los abuelos la metía en la maleta como fuera. Me daba tranquilidad tenerla conmigo.

Así que pensé que a mi hija también le gustaría tener su muñeca de tela especial y decidí hacerla yo mientras estaba embarazada. Busqué toda la información necesaria para fabricar una muñeca. La hice como imaginaba que seria mi hija, con pelos y ojos castaños y una carita redondita.

El resultado fue tan bonito que mientras esperaba a que naciera la tenía decorando la habitación.

Más adelante se convirtió en la muñeca preferida de Julia, llevándola consigo a todas partes; fue su compañera de juegos, de viajes y de sueños. 

Desde que empecé con mi proyecto de decoración infantil, me rondaba por la cabeza hacer una muñeca pero no tenía claro como la quería. No quería una muñeca realista, ni de plástico, quería que fuera sostenible, con materiales respetuosos con el medio ambiente y con la que los niños pudieran identificarse.

Quería una muñeca bonita, amable y con la mirada dulce, como la que yo tenía de pequeña.

La respuesta estaba delante de mis ojos, la muñeca que había hecho años antes para Julia. De tela suave, carita modelada y pintada a mano.

Esta era la muñeca especial que quería hacer y que todas las niñas querrían tener en su infancia!